Antes de partir al mar | wersja: 18.07.2010 14:12

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En la carretera
siempre puedes sentir
la presencia de la muerte.
No se puede olvidar nada,
el alcohol deforma tu voz
y tu rostro con los años
dándole demonios a tus recuerdos.
Eres el viajero sereno
conteniendo las lágrimas
con la luna y el bosque radiantes
en la oscuridad de tus pupilas;
el camino afuera entre los montes está lleno de bestias,
asesinos, hombres solitarios
guardando el secreto de las grandes traiciones del país
intentando olvidar lo que han hecho
cambiando las palabras inmortales
de los antiguos tangos,
esperando el final del día desde sus habitaciones
repletas de imágenes de santos
y de recortes de periódicos
en los que las pasadas reinas de la primavera
saludaban al público que entonaba el himno de la ciudad
que comenzaba a construirse
para luego ser transformada
en los pasajes del enclave que los espíritus recorren hoy
sobre el fuego de sus pasos cada vez
que su maldita memoria
resurge por algún conjuro de un ser querido
atascado en algún callejón
descifrando ebrio las letras de los murallones
que como monstruos gigantezcos nos recuerdan
todo lo que no nos pertenece,
que la justicia humana en realidad
es un sueño por cumplir, y siempre sera así
con la presencia de un gatillo en la sien
obligándonos a hablar del amor en voz alta
con versos de memoria
que debemos enseñar a nuestros hijos para que un día
tengan la oportunidad de despertar y aprender a pelear
con la oscuridad de sus puños
contra quien deben hacerlo,
por dentro los recuerdos son el fuego santo
de los que murieron sin dignidad...
pero quién puede ver las luces nocturnas
y hablar de ellas al amanecer sin sentir
el fío del último sacrificio.
No te pido amigo que lo hagas,
no te pido que estés conmigo
ante cualquier consecuencia
tu asesinato sería en vano,
espero que Dios entienda éso:
puedes pensar justamente que llegué hasta mi condena
sólo por equivocarme en el camino de regreso
una vez en una borrachera adolescente,
que jamás entendí el amor de dos sólo
cuando dejé de ser un ángel para descubrir
al flaco débil y orgulloso,
que yo no era de los que debían
acostumbrarse a cargar armas,
todos saben lo que pasa con los que ven
el rostro del Diablo,
todos saben lo que una mirada quiere
el peligro de los sueños con las tormentas
sobre las pequeñas flores, cuando te acercas
ya nunca existió,
sólo fue una trampa para que ella te besara la frente
y de ahora en adelante, cargas una medalla en el cuello
de la virgen de los siete rayos
sintiendo que tienes que dar
cuenta a tu corazón, o a tu consciencia,
ser un buen hombre sólo por seguir caminando.

Que debí confesarlo todo cuando aún podía
antes de que los viejos observadores llegaran
en busca de nuevos perros reclutas,
antes, mucho antes de la Ley de la última Esperanza
firmada con sangre y cerveza ácida
sobre un mesón cubierto de fotos
en el que jugamos inconscientes a reconocer
a los que habían fallecido...

Esa mujer que ves vieja y cansada
con el rostro caído sobre el vidrio
podría tener toda la pasión
que saliste a buscar,
podría hacerte entender
que hace mucho ya que perdiste tu vida...
Esa mujer joven envejecida
por la falta de sueño y algunas drogas
podría abrir los ojos y hacer destellar su brillo nostálgico,
mostrarte el corazón de los mendigos de los bares:
la vida que estás perdiendo ahora...
El paisaje es bello y peligroso
pero no puedes dormir aún;
el sueño es una luz extraña en la carretera...

Wersje wiersza

 
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