Las calaveras en la oscuridad...
El fuego en mí...
No se ha cumplido la promesa de mi muerte, mujer,
y tu voz comienza a borrarse de los colores de mi mente
para esta nueva vida, más seguro de mis pasos,
de la crueldad y la inocencia
de los fantasmas del desierto,
de la tristeza del viento rozando los ojos dormidos
de los animales muertos en la carretera...
Díganme ahora, mujeres de mi memoria,
¿quién es esa niña con la cara sucia
qué está llorando en los montes?,
¿es uno de los colores de tu espíritu
o la conclusión de la sangre que he perdido?
¿pueden escuchar mis conversaciones con la oscuridad?,
o sólo ríen como siempre semidesnudas en las calles
cantando o susurrándose entre ustedes
sobre quién será la próxima víctima en la ciudad
y quién se rendirá en la mitad de la noche
para ver la marcha triste de los ángeles
recitando las letras del pavimento...
Ha pasado el tiempo y he perdido todo
por poner mi fe en el azar,
pasó el tiempo de mi nostálgica adolescencia
y el del reencuentro con la muerte,
pasó el tiempo de los grandes amores:
mi alma dio su último gemido
ante los rostros sabios de las calaveras,
pasó el tiempo de los pasajes de tierra húmeda
en manos de desconocidas ansiosas
por sentir estallar pronto el amanecer en sus pupilas;
ellas siguen ahí y sus rostros son cada vez más fuertes...
Ahora nuevas voces de mujeres cansadas,
más jóvenes y sabias que yo
de las que no me atrevo a tentar su oscuridad
me muestran el barrio
que no pude ver antes detrás de las cruces candentes
de la revolución,
sus manos que en las épocas del miedo
hacen temblar la madera
y los cuerpos de los animales muertos
bajo las sombras de los árboles...
¿Quién eres?, ¿cuál es tu nombre?,
debes tener una voz y un nombre,
¿quién eres?, ¿cuál es tu nombre?,
las voces no cesan y mi corazón se fatiga,
derramo algunas lágrimas y el camino se hace más claro,
pienso en el camino y siento mi carne amarga,
después de mucho tiempo
las ruinas de la ciudad, parte de las nuevas calles
en donde se disputa
entre la sangre nueva el deber y la venganza,
mis límites quebrarse otra vez
y volver a la confusión de la noche;
se abren los pasajes a la fuerza,
se llenan de flores y de escritos
que hablan de libertad y violencia
y voy a buscar al lugar más alto
del monte que creo con
voz de niño y de hombre, natural,
la oportunidad junto a los rayos del sol
para tomar lo más pequeño y eterno sobre la tierra,
un par de ojos oscuros y emocionados...
El fuego en mí,
el fuego en ti,
a la ciudad nada le importa,
ni tu infancia ni la mía,
ni el dolor en los rostros de las rocas,
la melancolía de haber nacido frente al mar
y recordarlo sin obtener respuestas...
¿Qué haces planeando canciones para el futuro?
rompe tus venas,
quiebra tu voz esta noche conmigo...
Los corazones de las aves se desangran
sobre las piedras que ellas escogieron para morir
peleando por sobrevivir,
en mis sueños vuelven a existir
aquellos imperios iluminados siempre
por los ojos serenos del misterio...
No se ha cumplido la promesa de mi muerte, mujer,
y tu voz comienza a borrarse de los colores de mi mente
para esta nueva vida, más seguro de mis pasos,
de la crueldad y la inocencia
de los fantasmas del desierto,
de la tristeza del viento rozando los ojos dormidos
de los animales muertos en la carretera...
Díganme ahora, mujeres de mi memoria,
¿quién es esa niña con la cara sucia
qué está llorando en los montes?,
¿es uno de los colores de tu espíritu
o la conclusión de la sangre que he perdido?
¿pueden escuchar mis conversaciones con la oscuridad?,
o sólo ríen como siempre semidesnudas en las calles
cantando o susurrándose entre ustedes
sobre quién será la próxima víctima en la ciudad
y quién se rendirá en la mitad de la noche
para ver la marcha triste de los ángeles
recitando las letras del pavimento...
Ha pasado el tiempo y he perdido todo
por poner mi fe en el azar,
pasó el tiempo de mi nostálgica adolescencia
y el del reencuentro con la muerte,
pasó el tiempo de los grandes amores:
mi alma dio su último gemido
ante los rostros sabios de las calaveras,
pasó el tiempo de los pasajes de tierra húmeda
en manos de desconocidas ansiosas
por sentir estallar pronto el amanecer en sus pupilas;
ellas siguen ahí y sus rostros son cada vez más fuertes...
Ahora nuevas voces de mujeres cansadas,
más jóvenes y sabias que yo
de las que no me atrevo a tentar su oscuridad
me muestran el barrio
que no pude ver antes detrás de las cruces candentes
de la revolución,
sus manos que en las épocas del miedo
hacen temblar la madera
y los cuerpos de los animales muertos
bajo las sombras de los árboles...
¿Quién eres?, ¿cuál es tu nombre?,
debes tener una voz y un nombre,
¿quién eres?, ¿cuál es tu nombre?,
las voces no cesan y mi corazón se fatiga,
derramo algunas lágrimas y el camino se hace más claro,
pienso en el camino y siento mi carne amarga,
después de mucho tiempo
las ruinas de la ciudad, parte de las nuevas calles
en donde se disputa
entre la sangre nueva el deber y la venganza,
mis límites quebrarse otra vez
y volver a la confusión de la noche;
se abren los pasajes a la fuerza,
se llenan de flores y de escritos
que hablan de libertad y violencia
y voy a buscar al lugar más alto
del monte que creo con
voz de niño y de hombre, natural,
la oportunidad junto a los rayos del sol
para tomar lo más pequeño y eterno sobre la tierra,
un par de ojos oscuros y emocionados...
El fuego en mí,
el fuego en ti,
a la ciudad nada le importa,
ni tu infancia ni la mía,
ni el dolor en los rostros de las rocas,
la melancolía de haber nacido frente al mar
y recordarlo sin obtener respuestas...
¿Qué haces planeando canciones para el futuro?
rompe tus venas,
quiebra tu voz esta noche conmigo...
Los corazones de las aves se desangran
sobre las piedras que ellas escogieron para morir
peleando por sobrevivir,
en mis sueños vuelven a existir
aquellos imperios iluminados siempre
por los ojos serenos del misterio...
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